¿Por qué quiero ser profesora?
En primer lugar diré que por vocación. Es algo que tenía claro desde pequeña. A lo mejor porque he tenido la suerte de tener muy buenos docentes implicados en nuestra educación y he disfrutado en el camino del aprendizaje. Quizá porque siempre les vi disfrutar de lo que hacían y crecían con nosotros. Porque siempre me ha gustado preparar material ordenado, claro y didáctico para usarlo a la hora de estudiar y compartirlo con mis compañeros. Aunque el objetivo siempre lo he tenido claro lo que ha ido variando ha sido la materia que quería impartir.
En primaria se me daban muy bien las matemáticas, así que estaba claro que esa iba a ser mi asignatura, a pesar de ello al final del ciclo descubrí que el inglés era la herramienta de comunicación del futuro y no se me daba nada mal, así que cambié de tercio. Unos años después, en 1º de la E.S.O tuve una profesora ancianita en la asignatura de geografía e historia. Cada vez que entraba en el aula se llenaba de energía y vitalidad para nosotros. ¿Era la pasión que sentía por su material? ¿o quizá por sus alumnos? No lo sé, pero su energía me cautivó. Otra de mis pasiones es la pintura, tengo habilidad con las manos y gusto por los colores, así que en 2º de E.S.O gané el concurso de postales navideñas, motivo suficiente para mí en aquel entonces para volver a cambiar de destino. Finalmente en 3º de E.S.O. sucedió el flechazo. Descubrí la biología y el mundo que esta brindaba. Para la mayoría de los estudiantes supone un quebradero de cabeza, éramos los mínimos los que elegimos esta optativa, y de los pocos valientes sólo los más descerebrados mantuvimos la optativa hasta el bachillerato.
Pues bien, supongo que es hora de que esta circunstancia cambie. Que en el centro que esté ningún alumno quiera huir de la biología. Aspirar a que les guste tanto como a mí es algo ambicioso. Si consiguiese que los alumnos captasen el gusto con el que me dedico a ellos a través de esta asignatura.
Por otra parte diré que durante los últimos años de la universidad tuve la oportunidad de participar en el programa de docencia impartiendo las clases de prácticas de la asignatura de “Biología celular y organografía humana”. Aquella experiencia sólo corroboró lo que venía promulgando desde pequeña: Yo quería ser profesora.
Este junio me gradué de Bioquímica y en septiembre ya estaba formándome para el modo de vida que había elegido. Era evidente que necesitaba conocer métodos nuevos, recursos y acercarme más al aula del siglo XXI. Enfrentarme a un grupo de alumnos universitarios, disciplinados y que están en ese aula por qué quieren no sería lo mismo que afrontar una clase de adolescentes. Por ello y porque el master es el pasaporte al aula decidí solicitar la inscripción en el Master para la Formación del Profesorado con mucha ilusión.
Mi paso por el master no ha hecho más que incrementar la seguridad con la que tomo esta decisión. Si me gustaba la idea de poder transmitir todo lo expresado en las líneas que preceden, ahora he descubierto la importancia que reside en los docentes. Pues todos los países necesitan ingenieros que diseñen puentes para sus ciudades, abogados que aplique leyes y médicos que salven vidas, pero para ello antes que todo necesitan maestros. La necesidad de cambiar el mundo comienza en las aulas. Es la responsabilidad de participar en el futuro de nuestra sociedad, que los niños poco a poco “absorban” educación, crezcan mental y sentimentalmente. Es ilusión por ver que influyes en el desarrollo de personas.
Cuando miras un poco atrás y piensas en la educación que tuviste y un poco hacia el futuro y visualizas la educación que te gustaría generar te das cuenta que no tienen nada que ver. Nos enseñaron a memorizar y no a pensar. Nos hicieron creer que estamos en un mundo en el que sólo valen los "primeros violines". No tuvimos la suerte de crecer en un sistema educativo consistente, pero si es nuestro deber ahora constituirlo y formarnos para evitar que esta sensación se prorrogue.
Y por eso, quiero ser profesora.